El acuerdo de JBS con la fiscalía brasileña sonaba a golpe maestro. “Crimen perfecto”, lo llegó a calificar el propio Temer. Con graves acusaciones a sus espaldas, Joesley y su hermano Wesley lograban permiso para refugiarse en Estados Unidos, uno de los centros principales de un negocio que abarca ya 23 países y da trabajo a 230.000 personas. Pero JBS también comenzó a pagar un alto precio a medida que se iban conociendo los detalles del gran escándalo. Al día siguiente de la primera revelación, la Bolsa de São Paulo incluso tuvo que suspender sus cotizaciones durante media hora. Ese día, las acciones de JBS se desplomaron un 35%. Desde entonces, el valor bursátil de la compañía se ha depreciado en más de 1.300 millones de euros. “Y es posible que esto solo sea la punta del iceberg, hay que esperar a conocer todas las ramificaciones de la investigación”, explica Pablo Stipanicic Spyer, director de operaciones de la consultora bursátil Mirae Asset. “La volatilidad es ahora lo que define a JBS. Y resulta muy difícil hacer un análisis sobre el rumbo de la empresa”

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